Cuando en la calle las temperaturas son bajas, e incluso gélidas, no hay mejor sensación que meterse en la cama y abrigarse. Pero la experiencia puede no ser tan placentera si no hemos escogido bien la ropa de cama para el invierno, así que vamos a ver algunas claves para acertar y tener nuestra cama bien equipada para el frío.
Elige bien tus sábanas de invierno
A la hora de escoger la ropa de cama hay que prestar especial atención a las sábanas de invierno y valorar factores como su composición, el peso, su reacción frente a la humedad (si cogen o no olores) y el tiempo de secado.
Las sábanas de algodón o también conocidas sábanas de verano se pueden usar durante todo el año y en zonas no demasiado frías. Pero si en tu lugar de residencia las temperaturas bajan de forma notable durante la noche y hay heladas, puedes optar por unas sábanas de franela. Confeccionadas totalmente en algodón, abrigan y a la vez son muy transpirables, todo un clásico.
La sábana polar o pirineo está elaborada en poliéster y su gran ventaja es que pesa realmente poco. Su durabilidad mayor o menor dependerá de la calidad del tejido que elijas. Eso sí, ten en cuenta que transpira menos que los tejidos naturales.
Dentro de las sábanas térmicas también han aparecido en los últimos años nuevos tejidos como la coralina, la microlina o la sedalina. Todos ellos tienen en común que son muy ligeros y suaves, proporcionando una gran sensación de abrigo.
Sea cual sea el tejido elegido, lo ideal es que el gramaje sea de 180 gramos en adelante. Además, para conseguir buenos resultados hay que cuidar este tipo de prendas. Es aconsejable lavarlas antes del primer uso, así se evita la aparición de las antiestéticas bolitas. Si usas la secadora recuerda sacarlas de la máquina en cuanto haya terminado el ciclo de secado. Pasar demasiado tiempo en este aparato puede provocar arrugas e incluso desteñidos.
Selecciona la mejor manta para tu cama
En el mercado encuentras a tu disposición una gran selección de mantas y escoger el mejor modelo depende únicamente de tus necesidades. Las de pelo son las que vienen marcando tendencia en los últimos años. Además de ser muy bonitas a nivel estético, resultan suaves y son muy aislantes.
Las mantas de lana son un clásico, no solo abrigan y transpiran sin ningún problema, sino que además aportan a la cama un toque único. Si buscas una lana de calidad, apuesta por la merina.
La manta de algodón es otro de los grandes clásicos. Este tipo de ropa de cama es fácil de lavar, suave y realmente resistente. Es la opción ideal para las camas de niños o personas mayores.
Las mantas de fibra polar y las acrílicas están elaboradas con materiales sintéticos, son algo más baratas que las de tejidos naturales, pero resultan muy prácticas y son un buen aislante cuando las temperaturas bajan.
Los rellenos nórdicos: los mejores aislantes
Los edredones o rellenos nórdicos son ya imprescindibles en muchos hogares. Pueden estar rellenos de plumas, plumones o incluso material sintético y se caracterizan por ofrecer un óptimo aislamiento con respecto al frío y sin pesar nada.
Los de relleno de pluma natural son más adecuados para lugares con temperaturas muy bajas, mientras que los de fibra sintética se recomiendan en zonas de climas templados y tienen la gran ventaja de ser antialergénicos.
Además del material de relleno, a la hora de elegir tu edredón nórdico también debes tener en cuenta el gramaje, que no es otra cosa que la densidad del relleno. A mayor gramaje más abrigo proporciona el edredón.
Si hay una razón que ha contribuido a que los edredones nórdicos se hagan tan populares, esa es sin duda la existencia de fundas nórdicas. Están disponibles en todas las medidas posibles y con una gran cantidad de diseños.
Tener más de una funda de este tipo te ayuda a darle un cambio a la decoración de tu habitación incluso en pleno invierno. Se ponen y se quitan fácilmente y además se pueden lavar sin ningún problema en la lavadora.
¿Combinar manta y edredón?
Si ya has puesto sábanas de invierno en la cama, usar manta y edredón puede resultar excesivo, especialmente si se trata de dos prendas con alta capacidad de abrigo. Ten en cuenta que pasar calor en la cama es igual de malo que pasar frío, no te encuentras a gusto y eso hace que no descanses bien. Además, cuanta más ropa pones en la cama más difícil te resulta moverte y eso también dificulta el descanso.
Lo ideal es que si quieres usar estas dos prendas de ropa de cama combines un edredón ligero y de poco gramaje (casi más decorativo que a modo de prenda de abrigo) con una manta no demasiado gruesa. Con eso debería ser suficiente para descansar confortablemente durante las noches de invierno.
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